miércoles, 25 de mayo de 2011

Piñera = Cabro Chico malo para la pelota (“Se marca solo”)

De chico mi peor trauma fue ser malo para la pelota (peor que el trauma de la separación de mis viejos incluso). Habría dado lo que fuera por ser el goleador del equipo del colegio, y que las chiquillas celebraran mis goles. Me esforzaba demasiado, corría todo lo que podía, me inscribía en cuanto partido pudiera jugar, e incluso, como no me invitaban nunca (por malo), “negociaba”, generalmente con amenazas, mi inclusión en los partidos de futbol de mis compañeros.
Por malo para la pelota fui víctima de bullyng (de todo tipo), pero siempre me acuerdo de tres situaciones que eran las que me más me dolían. Primero, antes de empezar el partido había que elegirse, y como adivinarán, siempre era yo la última opción, el no elegido, el que tenía que esperar el primer gol para ver a qué equipo entraba (ojo, para mas humillación, era el equipo que hacia el gol, el que se libraba de tener que incluirme). Segundo, una vez dentro de la cancha, se esforzaban por mandarme al arco (nunca quise ser arquero, me parecía una total humillación), y eso que al arco jugaba bien, de hecho si hubiese asumido que era mal delantero pero buen arquero, quizá podría haber tenido un mejor pasar por las canchas de mi colegio. Tercero, dado que me rehusaba a ser arquero, porque era competitivo, y matón, mis compañeros optaban por ignorarme dentro de la cancha y no me daban pases. Me quedaba adelante, siempre off side, a la espera de un milagro que me dejara solo frente al arco con la pelota en los pies. Era un lauchero absoluto, y por lo mismo, a veces hacia goles (que no tenían nada que ver conmigo), y yo me sentía feliz y me creía un delantero “desequilibrante”.
Lejos lo peor de todo, era que era malo, y no me daba cuenta, hacia un gol al año, y me creía goleador, por lo mismo fui perdiendo respeto (no digo cariño, porque en la cancha nunca lo tuve).
La suma de todo lo anterior, hizo que constantemente recibiera el peor insulto que uno puede recibir en la cancha. Ya era humillante que mi equipo no me diera pases, pero peor que eso era que el equipo contrario no me marcara. Decían: “ni se preocupen, déjenlo, SE MARCA SOLO!!!”. Eso me humillaba tanto que las ganas de hacer un gol se hacían terribles, y dado que no se preocupaban por mí, en algún momento encontraba el espacio, hacia el gol, y me burlaba de ellos en sus caras. Obviamente no le daban importancia a mi gol, precisamente porque antes de ese, se me habían ido como 20 goles solo frente al arco.
Creo no exagerar al decir que el principal problema del presidente, y la explicación a la mala aprobación ciudadana que tiene, tiene que ver con que se comporta igual que yo cuando chico con el tema del futbol, es decir, es igual a un cabro chico malo para la pelota.
Por las siguientes razones:
1. Es totalmente competitivo y trata de figurar hasta en las cosas en las que sabe, o no asume, que no es el mejor. Ejemplo: la imagen que trata de transmitir en sus discursos de ser alguien con liderazgo, carisma, sensibilidad y cultura. Debiera asumir, como yo nunca lo hice con el tema de ser arquero, que no es Martin Luther King, y mostrarse tal cual es, un empresario muy inteligente, asertivo, exitoso, efectivo y frio. Si lo hiciera, si se mostrara tal cual es, no tendríamos tantas Piñericosas y no le haríamos bullyng por frases como “arriba los corazones”.
2. No logra disimular su necesidad obsesiva por recibir aplausos. Igual que yo cuando chico, está dispuesto a hacer lo que sea por meterse al partido, aunque no esté invitado, y por hacer un gol. Creo que todos nos acordamos cuando tuvo que salir arrancando de un funeral en La Pintana.
3. No asume que es casi imposible que lo quieran (por winner), y no se concentra, por lo menos, en hacer bien la pega. Llevamos más de un año de Gobierno y casi el 90% de su discurso siguen siendo puras promesas. Como yo al ser tan lauchero, parece que solo espera el momento en que suceda el milagro del único gol que le permita figurar.
4. No asume que los goles, aunque el los haga, o mejor dicho, aunque se hagan durante su gobierno, como las cifras record de crecimiento económico o de empleo, no se deben a que el es desequilibrante, sino más bien a ciclos y políticas económicas definidas y ejecutadas antes que el.
5. Finalmente y lo peor de todo (aparte de que con suerte hace un gol y se cree el Chupete Suazo), es que al igual que yo cuando chico, es verdad que se marca solo. Casos como el de la ex intendenta Jacqueline van Rysselberghe y la Ministra Matte lo confirman.
Es preocupante porque finalmente yo estaba metido en una pichanga de barrio, mientras que él está a cargo del país. Ojala pueda enmendar el rumbo en lo que le queda y solucionar los 5 puntos aquí descritos. Y ojalá que la Concertación deje de tratarlo también como a un cabro chico que se marca solo, y lo tome un poco más en serio, después de todo es el Presidente. Así no corren el riesgo de que a última hora Piñera (o alguno de su equipo), les haga un nuevo gol, y extienda su partido a un alargue de 4 años más, por lo menos. No olvidar que la peor forma de perder una guerra es por subestimar al enemigo. Al final yo, malo y todo igual hacia goles, y goles que en su momento fueron clave!.

viernes, 6 de mayo de 2011

“De winners, fanáticos e imitadores, o los asesores del Gobierno de los Mejores”


Hace unos días, un asesor ministerial twiteo algo así: “en un año mejoramos índices de educación (Simce), crecimiento económico (Imacec), seguridad ciudadana (no me acuerdo a que indicador hacía referencia)… y aumentamos desaprobación.  Vamos por buen camino!”. No lo puedo citar textual, porque después ese tweet desapareció de su cuenta, supongo que alguien por ahí lo debió retar.
Sin ser experto en política, creo que dicho tweet grafica muy bien tres de las principales características de los actuales asesores del Gobierno. Ahí van:
1.       SON MUY “WINERS”: El “gran jefe” predicó con el ejemplo, y creó escuela. Les enseño a  aparecer siempre como exitosos, aunque realmente no lo fueran. Por lo anterior, sus muchachos se acostumbraron a atribuirse como propios, resultados de procesos de largo plazo. Ejemplos sobran, baste recordar que aún hay mucha gente que pone en duda que fuera nuestro presidente el de la idea de traer las tarjetas de crédito a Chile. Creo que nuestro amigo (un experto graduado en Harvard), no puede realmente pensar que la mejora en dichos índices se debe, casi exclusivamente, al trabajo que él y su gobierno ha realizado en tan solo un año. De hecho, creo que el exceso de entusiasmo de lo que plantea en dicha frase se debe al segundo problema:
2.       SON MUY FANATICOS: Pareciera que se enamoraron irracionalmente, o que les bajó el síndrome de la barra brava. Yo tengo mis convicciones y trabajo con gente en la cual creo de verdad, pero fanático, irracionalmente fanático… del Colo y de nadie más. Conozco a varios asesores ministeriales que pasaron de ingresar al gobierno con muchas dudas existenciales, a caer en una especie de enamoramiento total y absoluto. Es simplemente impresionante, la ministra muy honrada será, y yo personalmente lo creo, pero se fue porque se mandó un condoro impresentable, y por lo mismo, no hay para que idolatrarla, hay que perdonarla incluso. Sin embargo, basta leer los tweets de estos asesores por estas fechas para darse cuenta el nivel de la barra brava que hay ahí dentro (creo sinceramente que a veces la Garra Blanca tiene más objetividad que ellos). En resumen, y como otro ejemplo, nadie que sea tan experto como este asesor puede realmente creer que ir por el buen camino significa hacer las cosas bien, generar buenos resultados, y como efecto (o por causa) de lo anterior, aumentar los niveles de desaprobación. Primero, porque si realmente crees que le estás haciendo un bien al país, y que en un año lograste cambiar lo que no se había cambiado en veinte, debes esforzarte porque la gente te apruebe, te reelija, y así puedas continuar con tu proyecto político. Segundo, porque si realmente te despreocupa la aprobación de la gente y crees que una buena gestión se basa en tomar decisiones impopulares, debieras reflejarlo en tu estrategia comunicacional, la cual no debiera apuntar exactamente a lo contrario, es decir, a saturar los medios de comunicación, con mensajes positivos acerca de tus políticas de gobierno. En fin, este fanatismo total de muchos asesores, que tiene como efecto la defensa de argumentos tan indefendibles, ha hecho, según mi percepción, que muy pocos al día de hoy se atrevan a “decirle al rey que está desnudo”, y que por lo mismo, el rey se pasee desnudo día tras día por Chile.
3.       SON IMITADORES: Hoy son todos un “mini-me” del Presidente. Todos “24x7”, todos ultra colapsados, todos ultra importantes y todos ultra winners. Pareciera que una gran camada de estos asesores sueña todos los días con parecerse un poco más al big boss, y como se enamoraron profundamente de él, le copian todo, hasta la arrogancia. Todo lo quieren reinventar, a todo le cambian el enfoque, a todo le aplican re-ingeniería (porque muy seguramente en la “antigua forma de gobernar”, muy poco valía la pena). Está bien que el líder, en este caso el presidente, sea “rupturista e innovador”, pero no todos deben parecerse a él. Debe existir en su equipo gente capaz de mostrarle, aunque sean muy pocas, las cosas buenas que existían antes de él y que se pueden aprovechar. El problema es que en el Gobierno de los mejores hay muchos mejores y pocos peores, mucho cacique, poco indio, mucho imitador de Piñera, y pocas personalidades distintas que se complementen con la de él. 
 
No digo que antes no existían estos pecados o incluso peores, realmente creo que existen en todas partes, pero para mí, un real “gobierno de los mejores” debe incluir a gente que sea capaz de:
1.       Dejar ser tan “winer” y crear una estrategia de trabajo (y a la vez, comunicacional) que reconozca que la gente no es tonta y que busque posicionar al gobierno como innovador y exitoso sin recurrir a la destrucción o descalificación del trabajo que realizaron otros chilenos durante 20 años, chilenos que quiérase o no, la gente eligió. Los goleadores son generalmente los más top del futbol, los más reconocidos y los más queridos, pero ningún goleador puede dejar de reconocer que sus goles se deben a jugadas que iniciaron y ejecutaron otras personas, muchos segundos atrás del segundo de gloria en el que a ellos les tocó el honor de dar el golpe final.
2.       Cambiar el fanatismo por la capacidad de los asesores de hacer influir su crítica constructiva. No defender lo indefendible. No transformarse en barra brava. Una cosa es ponerse la camiseta de un equipo, otra distinta es envolverse con ella la cabeza y taparse los ojos, los oídos (y el cerebro). Cuando las cosas andan mal reconocerlo, evaluar, ser autocrítico, criticar y corregir, y no recurrir al típico #porculpadelaconcertacion.
3.       Cambiar la imitación total por la creación de equipos diversos y llenos de identidades propias en servicio de un proyecto político mayor, y común. Ningún gobierno necesita que todos sus Ministros y Asesores sean 24x7, hiperventilados, winners y “ultra capaces”. En los equipos hacen falta todos, el arquero que casi no corre, tiene una visión panorámica y solo interviene en casos críticos, el 10 que pone la pausa, y la genialidad, los laterales que no paran de correr, y el goleador que está atento a la oportunidad final. Todos a su ritmo, todos con su estilo distinto, todos con su forma de trabajar diferente.
En resumen, ojalá que cuando dicho asesor quiera reescribir el tweet que borró, escriba algo como “hemos mejorado índices de educación, crecimiento económico, y seguridad… un aplauso para el país y sus distintos gobiernos… Chile va por buen camino”.