viernes, 17 de junio de 2011

Twitter-Política: peor que la Garra Blanca y Los de Abajo juntos

Si hay algo que me gusta del fútbol, en realidad de ser hincha del fútbol (ya dije que jugando no le pego ni al quinto bote), es ir al estadio. Es de las pocas instancias de la vida en que tengo toda la libertad del mundo de ser “políticamente incorrecto”, sin hacer un daño real a nadie.
En el estadio me puedo reír y burlar, sin sentimiento de culpa, de la desgracia ajena; puedo insultar con total libertad al “enemigo” y a sus hinchas; puedo gritar durante 90 minutos seguidos todo lo que se me venga a la cabeza; puedo no ser objetivo y creer siempre que el árbitro es un ladrón, que los hinchas contrarios no saben de futbol, y que el rival de turno debiera irse a la B; puedo alegrarme de ganar con trampa (nada más lindo que empatarle a última hora a la U, solo porque al guardalíneas se le cayó el banderín); puedo ser feliz con la lesión, o expulsión injusta del goleador del equipo contrario; y una larga lista de comportamientos totalmente reprochables, que son fruto de una mentalidad fanática y poco objetiva.
En pocas palabras, para mí el estadio es una catarsis brutal, pero totalmente positiva, que me ayuda a sacar lo peor de mí una vez a la semana, reitero, sin dañar a nadie y solo por 90 minutos, a fin de ser políticamente correcto todo el resto de la vida.
Desde que se me ocurrió crear http://ticspoliticos.blogspot.com/ y @poli_tiics, me metí en el mundo del twitter y sus adictos, de la información en tiempo real y sin intermediarios, de la comunicación instantánea y el comentario político de la ciudadanía “de a pie” hiperconectada, del análisis de la actualidad en 140 caracteres, de la opinología política sin filtro y sin validación de fuentes, de los trolls y de la gente que jura que construye oposición desde las redes sociales. Y tengo una opinión. Me di cuenta de que la mezcla de políticos y opinologos que analizan la contingencia nacional en las redes sociales, a veces, es peor que un estadio lleno de hinchas ultra fanáticos y poco objetivos como yo.
Primero porque el partido dura solo 90 minutos, y es una vez a la semana, mientras que las discusiones en twitter son 24/7 (lo único 24/7 que realmente existe en el país). Y, segundo, porque mucha gente, incluyendo a varios políticos, sacan en Twitter, lo peor de sí: ganas de figurar como sea y donde sea, adicción a contarle al mundo lo buenos que son y lo bien que le hacen al país, utilizar la plataforma para reírse impunemente de la desgracia ajena, twittear lo primero que se venga a la cabeza sin pensar mucho en las consecuencias, desahogar la rabia por escrito y públicamente independiente de a quien se pueda pasar a llevar, difundir malas noticias del adversario sin preocuparse mucho de la fuente y de la validez de la noticia, y una larga, y lamentable lista de etcéteras.
Solo quiero poner un ejemplo, que francamente me indignó y me hizo pensar que la mayoría de los políticos y de los twitteros que analizan la política en twitter, a veces, son peores que la Garra Blanca y Los de Abajo juntos, y se terminan comportando peor que yo en el estadio. Hace varios días ya, un joven de 22 años, anarquista, al tratar de poner una bomba, perdió sus 2 manos y quedó ciego. El tema más comentado del dia fue #elweondelabomba, y al hacer la búsqueda, el 99% de lo que se escribía eran comentarios de burla, o incluso de alegría por lo que le pasó al anarquista.
No soy un tonto grave, de hecho ocupo mucho la ironía y el humor negro, pero creo que reírse de algo, es muy distinto de alegrarse por algo, y lo que yo vi en Twitter ese día, fue una alegría profunda por la desgracia ajena, igual que en el estadio, pero en un tema infinitamente más importante que un partido de fútbol. Yo también podría pensar que el anarquista es un pastel, pero de ahí a alegrarme de verdad porque un joven, en un acto irracional, cometió el peor error de su vida, quedando ciego y minusválido, y a justificar mi alegría diciendo que lo que le pasó es “justicia divina”, hay mucha, muchísima,  distancia.
Creo, a raíz de lo anterior, tenemos que dejar de sobrevalorar Twitter y volver a vernos las caras, para evaluar mejor lo que decimos y escucharnos mejor.
El movimiento 15M de España es mucha gente compartiendo un mismo espacio físico, no exclusivamente una “revolución virtual”. Utilicemos Twitter como una herramienta para un ejercicio comunicacional, creativo, de diversión, e incluso de organización, pero sin una ambición mayor que esa. No es para figurar, ni para ser líder de opinión, ni para hacer oposición virtual, y tampoco reemplaza el sacar los pies a la calle. Sería bueno que además de usar las redes sociales, nos empecemos a conocer, y que desde ahí cambiemos la realidad, 20.000 personas juntas frente a La Moneda dicen muchísimo más que “el tema más comentado del día en Twitter”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario